jueves, 14 de mayo de 2009

CARTA AL CORAZÓN DE UNA ESCRITORA LLENA DE VIDA

La hoja en blanco murmura ante mi, murmura en mi sangre, en mis sueños, es mi amor por las letras, es sentir el goce de escribir palabras, contar mis anhelos y penas en un papel, porque, a veces uno puede vivir rodeado de un montón de personas e igualmente sentirse solo, es como si uno hablara diferente, a veces la soledad nos rodea y el papel en blanco se transforma en un oído que escucha, una mano extendida.
Desde los siete años, en que aprendí a escribir, comencé a escribir cartas, siendo la menor de una familia sumamente numerosa. Debido a la pobreza, mis hermanos mayores, desde niños trabajaron lejos de casa, yo, les escribía a todos, hasta el día de hoy.
Soy una aficionada a la lectura, no tuve la dicha de poder estudiar una profesión, pero el sumergirme en la lectura me ha brindado mucho, más que recorrer el mundo y aprender todo lo que sé a través de los libros, me he atrevido a escribir cartas a montones de personas sin conocerlas, personas importantes, sencillas y humildes, el placer que me produce escribir cartas es el mismo cuando recibo correspondencia de distinto lugares, conociendo distintos modos de vida y de pensar, conservo todas las cartas, de parientes y amigos, cercanos y lejanos, para mi son un tesoro, pienso que son regalos, toman tiempo y energías y cada carta para mí es única e irrepetible como los seres humanos, claro que no me refiero a notas frías y almidonadas, me refiero a cartas llenas de sinceridad y confidencias que alimenta la amistad como si charláramos, llenas de alegría, con pizca de tristezas y melancolía, y ¿porque no? chismes y recetas de comidas, con algunos errores sin necesidad de ser correctos, pero llenas de vida.
Estamos en una época que quizás no sea momento de escribir, todo es tecnología, pero siempre existirá algún loco como yo que prefiera escribir y se que existen cuando recibo cartas de personas que me cuentan de la felicidad que sienten al recibir las mías considerándolas como única visita y compañía.
Si no escribiera se me ahogaría el alma, por eso escribo, además
de no perder contacto con las personas que quiero, que por distintos motivos se han alejado de mi y nuestro único contacto son las cartas, cada vez que recibo correspondencia, mientras leo imagino a esa persona y el lugar donde está y a veces río y a veces lloro.
Sentada ante mi escritorio, mirando el sol de este verano que acaba de llegar a este siglo que se aleja, me siento sensible, el siglo XXI se acerca, es fecha de sentimientos a flor de piel, tiempo de dar y recibir, por eso me atrevo a escribir sobre mis sentimientos, es tiempo de balances, de reflexiones, tiempo de decir gracias y para mí no es una simple palabra, es mucho, muy importante, los seres humanos somos complejos y atormentados, atrapada en estas luchas que entristecen mi alma, un día la oportunidad golpeó a mi puerta, con el nombre de El Cronista, diciéndome "escribí lo que quieras, lo que sientas".. y que más lindo en la vida que hacer lo que a uno le gusta, en mi caso, escribir y de pronto expresé todo lo que sentí, mostrar a mi gente, la gente simple de Laguna Paiva de todos los días, que de tanto verlas, no la vemos, siempre estamos escuchando o viendo lo que sucede más allá, ¿porque? si tenemos tanta gente nuestra importantes en cada una de sus actividades, como los ladrilleros, la zapatera, los sepultureros, ¿quien no necesita un ladrillo, un zapato o una flor?.
No soy profesional, tan solo una atrevida, pero vale mi atrevimiento de escribir, si de esa manera tengo la oportunidad de tratar con personas maravillosas que han permitido acercarme a sus corazones sacando dentro del mío mis miedos a ser yo misma. ¡Gracias!.
El papel en blando, murmura ante mí, murmura en mi sangre, en mi corazón abierto a la espera de una carta.
Publicado en El Cronista Regional
Enero de 2001

miércoles, 6 de mayo de 2009

Bebiendo Letras


Bebí las lágrimas derramadas por mi rostro
Bebí el vino, para con él calmar mi dolor
Y mi corazón desbocado como un potro
Saltó en el pecho derramándose el dolor.

Y no logré ahogar la pena con el vino
Pedí a los dioses y al amor la calma
Pero la fe y el amor fueron en vano
Y día a día vi destrozada mi alma.

Busqué refugio en el pecho de mi hombre
...no comprendió a mi alma solitaria
Cerré mi alma como se cierra un sobre.

Con gestos cansados y pena en el alma
Le hablé al espejo, fue imagen grotesca
Susurrando en sombras un viejo poema
De amarillas páginas y una flor seca.

En el laberinto de la soledad
Ahogando mis gritos escribí palabras
Una y otra vez
La tinta penetró en el papel
Y orgulloso el papel bebió las letras.

De pronto comprendí había encontrado
Aquello que tanto he anhelado
Descubrí que era amada, respetada y escuchada
En la palabra.-

Editado en:”Homenaje a la Poesía Universal”
ISBN 987-99207-3-2
Dibujo de Javier Alvarez Mix